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miércoles, 27 de abril de 2011

Harmony dies



Lord, stay by me
Don't go down
I will never be free
If I'm not free now

Nick Cave and the bad seeds “and no more shall we part”

Vi a Raúl Dávila García por última vez el 17 de septiembre del año de la mierda, venia de pasar una temporada en un pueblo escondido de San Luis potosí donde había trabajado en un hotel, me conto de ese lugar, árido, de clima hostil y lleno de mineros pues es un pueblo minero, me enseño unas fotografías tomadas con su celular del pueblo y sus alrededores, imágenes de casas viejas semiderruidas y habitadas por todos los fantasmas del pasado imaginables solo en la imaginería depresiva de Raúl, de sobra esta decir que no se veía nada bien, nunca he sido bueno para detectar las emociones de la gente en sus rostros pero a Raúl lo conocía de muchos años y la fisura en su ánimo era más que evidente, lo hubiera notado incluso si hubiera estado viéndolo a través de un telescopio a km de distancia, ok esto es un exceso mamón pero solo quiero describir un poco como se veía: delgado y con menos pelo de la última vez que lo vi y en su rostro parecía que hacia un siglo algo no le provocaba una sonrisa, su sentido del humor había cambiado, cosa que lamente porque el siempre tenía algún comentario de humor negro con que definir alguna situación y precisamente eso había sido la medula espinal de nuestra amistad, por ese entonces yo estaba saliendo de un mal matrimonio y vivía solo en un pequeño departamento que siempre olía a caño, pero la renta era baja y me permitía sobrevivir y alimentar mi adicción a la música con el dinero sobrante, el llego al departamento cargando una mochila raída al hombro y vistiendo como siempre lo había visto vestir, convers, pantalón de mezclilla y camiseta negra, le ofrecí algo de tomar, mientras sacaba una cerveza de la heladera, el solo quiso agua. cuando yo le conocí trabajábamos ambos en el hotel Hilton de Guadalajara , éramos cocineros de línea, él en la caliente y yo en la fría, renuncio al hotel antes que yo porque necesitaba exiliarse de la ciudad debido al dolor que le causo haber terminado su errático matrimonio, necesitaba estar solo; meses después de su renuncia me llamo por teléfono al hotel donde yo todavía prestaba mis eficientes, bueno es un decir, servicios, se oía tranquilo y contento porque estaba trabajando en un lugar de Michoacán, en un restaurante donde había hecho el menú a su antojo y según él no tenia las restricciones que tenía en el hotel, me alegre por él y le prometí visitarlo alguna vez, cosa que nunca hice…esa noche llego y se sentó en el único sofá que tenía en el departamento, quito el montón de ropa que siempre lo ocupaba y lo puso en el piso sin decir una palabra, siempre había sido callado pero creo que esta vez su silencio había aumentado, después con las cosas que me conto entendí que pasar tanto tiempo solo lo induce a uno al silencio sepulcral, silencio que para algunas personas puede resultar ofensivo, creo que eso tiene que ver con cuestiones de ego, pero son cosas que no entiendo bien y no hablare de eso ahora, mientras tomaba su agua se fijo en mis discos que tenia apilados en un estante que se desbordaba, comento haciendo una ligera sonrisa, que le alegraba ver tantos discos, pidió permiso para verlos, le dije que no necesitaba que los viera a su antojo, yo me senté en el suelo a dar cuenta de mi cerveza,
- Veo que no tienes nada de Nick cave y sin embargo tienes toda la colección de u2
- Así es dije riendo, entonces el rio también y dijo que “Dios te perdone por eso”
- ¿Ah ya crees en dios?, le pregunte, él dijo que no pero de todos modos rezaría porque se me perdonara esa omisión, abrió su mochila y saco un ipod que conecto a las bocinas de mi aparato reproductor, puso un álbum de Nick cave, si mal no recuerdo se llama no more shall we part.
Hace mucho que no hablamos, vamos a hablar me dijo, sus palabras parecían influidas por algunos de los autores de los libros que frecuentaba, menciono después algunas frases que he leído ahora, años después en los libros que rescate de su departamento, algunos de ellos profusamente subrayados y con notas en sus bordes pertenecientes a la lastimosa caligrafía de Raúl ; me narro entonces con detalle, hasta altas horas de la madrugada como había sido su vida en esos años, una relación tormentosa con una mujer lo había mandado al foso emocional en el que se encontraba en esos momentos y que trataba inútilmente de minimizar, ella se había ido, el no sabía dónde encontrarla; al parecer sufría de una rara enfermedad que Raúl era incapaz de comprender y mucho menos de ralentizar, era difícil de sobrellevar, eso ocasiono una grieta entre ellos que no fue posible fusionar, ambos se amaban y el amor que sentían era tan intenso como el sufrimiento que la enfermedad provocaba no solo en ella sino en ambos. Yo recuerdo a Raúl frecuentemente deprimido, su carácter siempre me pareció extraño, había momentos que era totalmente callado, hasta la exasperación de sus posibles interlocutores, así que el dolor no era una cosa nueva para él, le oí hablar:
Pase muchos años solo trabajando en lugares apartados de las ciudades grandes, tratando de lamerme las heridas luego del divorcio de Eulalia, ¿recuerdas a Eulalia? Tuve dos hijos con ella y el saberlos lejos de mi era algo con lo que no podía lidiar muy bien, creo que por eso me escondía en lugares así, hubo otras mujeres con los resultados que te imaginaras, no me enorgullece para nada el hecho de que fueron varias, hubiese querido tan solo una y quedarme con ella, tener una casa, un pequeño jardín para poner dos mecedoras y sentarme junto a ella a ver correr las tardes…también me hubiera gustado tener un perro y más niños. Por alguna razón no he podido lograr eso, por favor te pido que no me salgas con mamadas metafísicas y de supuestas teorías “cuánticas” de que uno escoge todo lo que le pasa, de alguna manera es cierto, uno es el responsable, a veces se pone uno mismo las trabas pero yo en verdad quería otra cosa, aunque no lo creas odio estar solo, a veces te autoinflinges el dolor para poder echárselo a otros, no es mi caso, he reconocido que tengo un serio problema, y se perfectamente lo que quería cuando la conocí a ella, puse mis entrañas pensando que había encontrado finalmente lo que estaba buscando y aun creo que así era, no habrá nadie después de ella ¿te extraña que te diga esto? Hay cosas, personas que son definitivas en tu vida y ella lo es, no me veo con nadie más, simplemente no puedo visualizarlo y no quiero además, me dan miedo las posibilidades en el futuro; cuando nos separamos sentí lo que era la verdadera soledad…¿te da flojera que te cuente esto?

- Sobrevivo a un divorcio ¿recuerdas? No vale la pena hablar de eso, te sigo oyendo
- No creo que valga la pena oírme, no consuela decir estas cosas
- ¿Ni como desahogo?
- Me avergüenza ser un loser
- Eras buen cocinero, lo recuerdo bien, cuando estábamos en el hotel Hilton, recuerdo que ese pinche hotel se llenaba a cada rato de la noche a la mañana y nos ponían unas putizas en la cocina, la gente llegaba y se sentaba y así como se sentaba querían comer, la cocina se volvía un desmadre, todo mundo gritando…nunca te vi gritar a ti, siempre estabas ahí como si los gritos del chef no te afectaran en lo mas mínimo
- Fingía
- ¿Cómo?
- Si, fingía que no me afectaba, pero si lo hacía, estaba aterrorizado, muerto de miedo, aun ahora veo un comandero lleno de pedidos y me da pánico
- ¡no!
- Si, ¿sabes? A veces cuando estoy sacando servicios en la cocina y los pedidos se acumulan pienso que tengo a uno de esos cabrones chefs alemanes o franceses que tanto les gustaba contratar en los hoteles frente a mí, vigilándome como era en aquellos días, entonces siento esa mirada imaginaria sobre mi y hago las cosas más rápido; me funciona, hay cosas que odio hacer, como los hot cakes por ejemplo, no me salen bien, cuando tengo unos en la plancha y estoy teniendo problemas con ellos, ya sabes cuando se pegan o se queman o cosas así entonces pienso en el cabrón de Denis Ferrari, el francés que se negaba a darnos el saludo y que hablaba a gritos como si fuera Hitler ¿te acuerdas?
- Jajaja entonces es tu método para no ponerte “camote”
- ¿de qué te ríes? Lo digo en serio, funciona, prueba un día, piensa en el cabron chef que mas mal te trato y supéralo en la imaginación
- Pensaré en Gerald Morrison
- Él me trató bien, por eso no lo considero como ojo vigilante de mis paranoias
- Morrison te trato bien; ¡ vaya!
- A ti no porque nomas andabas haciéndote guey todo el día con Juan Delgadillo; por cierto salúdamelo, hace mucho tiempo que no se dé él ni lo veo, supe que se caso con tu hermana
- Así es, todavía somos muy amigos, creo que se lleva mejor conmigo que con mi hermana
- Lo que me faltaba, ahora le quitas el esposo a tu hermana.
Estuvimos así un rato, Raúl se dio el lujo de hacer bromas, a momentos hasta lo sentí contento mientras recordábamos cosas que habían pasado cuando trabajábamos turnos interminables primero en Fiesta Americana y luego en el Hilton, sin embargo luego de un rato lo vi ensombrecerse de nuevo, me pidió que le hablara de mi trabajo, que le contara cosas que habían pasado luego de que renuncio al Hilton; le conté que la ruleta del azar me había situado como chef de turno, cosa que no agrado a mis enemigos, los tenía en ese tiempo y algunos de ellos pensaron que el puesto seria suyo, juraron vengarse del perverso chef Arriaga y sus huestes de pendejos; al decir pendejos se referían a quienes éramos fieles al régimen autocrático del chef Arriaga, quien haya trabajado en una cocina de hotel de aquellos años comprenderá este absurdo énfasis en las hipérboles, como todo buen déspota Arriaga tenía enemigos al interior de sus dominios, a mí tampoco me agradaba del todo pero me convenía fingir que sí. Raúl solo lo conoció lo suficiente como para darse cuenta que no quería tener nada que ver con él y renuncio, yo por mi parte trate y trato ahora de no complicarme la existencia, hay veces que digo si cuando quiero decir que no, mucha gente, ex esposa incluida me ha tachado de conformista, tal vez tengan razón, aunque es mentira que los conformistas sean más felices y el reguero de relaciones rotas que he dejado a mi paso lo demuestra, a lo mucho y solo quizás tenemos una forma distinta de enfrentar el dolor, no en una forma práctica sino mas bien evasiva, Raúl por su parte no podía evadirse del dolor, lo llevaba a cuestas y le saltaba a frente todos los días, no entendí, ni entiendo ahora porque no podía lograrlo; la verdad es que me preocupe por el esa noche.
- ¿si sabes cómo, entiendes lo que te digo? Es como si el cerco se cerrara a mi alrededor y no pudiera ver mas allá, tomo pastillas para dormir, me cuesta pararme a trabajar, el otro día estaba rallando queso mozzarella, veía las fibras salir por los orificios, así sentí que tenía mis entrañas, con un rallador integrado haciéndolas sangrar, no es agradable y no encuentro la forma de hacerlo parar. Sé que la mente, el espíritu humano, el alma o lo que sea es algo muy grande, que la vida es algo grande, pero simplemente no puedo verlo.
- ¿has intentado con dios?
- ¿Ahora me vas a llevar a “pare de sufrir”? no gracias,
- Pensé que quizás podías hacerte cristiano y cantar alabanzas
- Solo si tú te haces musulmán guey
- Hagámonos budistas los dos
- Y dejar de comer carne? Ni madres, es una de las pocas cosas que me gustan…también me gusta la pasta, los macarrones con salsa de tomate, si tienes algo de eso por ahí en tu precaria cocina te lo agradecería que me invitaras…
Raúl salió esa noche de mi departamento en busca de un taxi, dijo que iba a un cuarto que había rentado cerca del centro, Juan Delgadillo me llamo a los pocos días para decirme que lo había visto extraño
- ¿Por qué te extraña? ya sabes que nunca fue precisamente un happy boy
- Pues si pero…
- ¿Paso por ti para ir al estadio?...
Seguí con mi vida, una semana y media después iba manejando rumbo a mi departamento cuando decidí bajarme en una tienda y comprar algunas cosas para hacer macarrones, pensé en invitar a Raúl, llamarlo y decirle que haríamos macarrones, tome una botella de tinto que vi al pasar por los pasillos del supermercado, la primera que vi, esa tarde llegue a mi departamento, Jonás mi perro estaba ahí esperando moviendo la cola, hablando con los ojos en un idioma que desconocía, hable con él, parecía atento a mis palabras respondía sacando fugazmente su lengua…
Eran las tres de la mañana cuando sentí la vibración de mi celular, era Juan anunciándolo, fingí que estaba soñando, que dormía profundamente para disimular mi falta de asombro ante lo que me estaba diciendo
- ¿me estás oyendo cabron?
- Si, te oí, aun no despierto bien
- Pues vete despertando Raúl esta muerto
Deje el celular de lado y volví a dormir, había en mi una mezcla de sentimientos, todos revueltos como en una martinera…
No fui al funeral, la sola idea de ver las tumbas y la gente llorando alrededor de un féretro me produce escalofríos, no soy capaz de lidiar con el dolor, tampoco con el ajeno, me limite a acudir al llamado de la madre de Raúl para recoger una caja me había dejado; la noche que tuve la caja leí los cuadernos de Raúl, vi algunos de sus libros oí un par de discos. Sentí hambre y prepare los macarrones, abrí la botella de tinto, me senté cerca de la ventana, era una buena noche, hacia aire fresco y entraba por la ventana. Iba a la mitad de la botella cuando se acerco Jonás moviendo la cola, le serví un plato a él también,
- ¿Qué es la vida Jonás?
Movió la cola como respuesta, estuvo ahí, a mis pies mientras yo terminaba la botella de vino y escuchaba un disco de Pulp, despedíamos a Raúl con macarrones y vino tinto, no pude evitar unas lágrimas, Jonás movió su cola y saco fugazmente su lengua…Jonás lo comprendía

Héctor Mora Pacheco.

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