Buscar este blog

martes, 4 de mayo de 2010

Enterrado vivo


"y abajo en el agua los peces lloran
y toda el agua son sus lágrimas"
Charles Bukowsky.

¿Por qué esta oscuridad? Y este olor que me es tan familiar, parece que hace mucho tiempo llego a mi nariz un olor parecido... o el mismo ¿cuánto tiempo ha pasado desde entonces, o es que no ha pasado y sigo en el mismo lugar? Pero no debe ser así, todas estas imágenes que vienen ¿de donde? No sé quien las guarda en mi cabeza y las recuerdo o las vivo como en tiempo presente y si hubiera estado aquí desde siempre eso no podría pasar porque no recordaría nada que no fuera este olor junto con la densa oscuridad y esta sensación de estar flotando en agua, creo que me encuentro sumergido en un estrecho tanque de un liquido extraño y sin embargo puedo respirar... ahí están otra vez esos ruidos, parecen coches en una avenida, camino por la acera encontrándome a gente como yo y esta luz debe ser el sol del que tanto hablan y miden y estudian, nadie nos hablamos, todos caminamos sin voltearnos a ver siquiera, inmersos, inmerso yo en medio de todo esto. Quisiera conocer a alguien, hablar, platicar largamente y que al final Nos despidiéramos diciendo: fue un gusto conocerte ¿cuál es tu nombre? ¿De donde vienes? ¿De donde venimos todos? Llegar de nuevo a un parque y sentarme en una banca a mirar a los niños jugar en columpios y resbaladillas, oír sus risas que pasan por el aire para después estrellarse en un grueso muro de silencio; verlos correr y levantar el polvo de la tierra con sus pies sin pensar al hacerlo que algún día estarán bajo ese suelo que hoy pisan, encarrilados hacia ese absurdo que llamamos vida adulta donde lo que más cuenta es el dinero y rezarle a un dios que no se hace presente y al que se le atribuye la creación de este mundo, de todas las cosas. Todo pudo ser distinto, si hubiese sido así tal vez tendríamos otra forma, pero estamos aquí quizás por una anomalía ¿por qué después del big bang las partículas subatómicas tuvieron que comportarse de tal manera? En algún lugar estará esa respuesta, ahora solo podemos saber como ocurrió pero no las razones por las cuales el universo existe... de cualquier forma eso no importa ahora, estoy atrapado dentro de este nicho pensando en estas cosas absurdas en lugar de pensar en como salir de aquí ¿a dónde se fueron los niños? Ahora solo veo una ligera nube de polvo suspendida sobre las cosas que poco a poco se va con el viento desvaneciéndose, dejando un rastro de silencio, un inaudible rumor de voces y risas que se extiende como una sabana sobre una cama en toda la ciudad, ¿a dónde se fueron los sonidos de sus gritos? Solo ha quedado esta hiriente hablilla de maquinas y robots que miran anhelantes los aparadores de las tiendas y se protegen con paraguas de la lluvia y del sol; algún día el sol se terminara su combustible y el agua ya no se evaporara, no habrá de que preocuparse, entonces si podremos ver los aparadores donde se exhiben las lapidas y consultaremos a los compositores de epitafios para elegir el que más nos agrade y ponerlo en nuestra tumba previamente acondicionada con lo mas moderno del mercado... aún no se que o quienes me trajeron aquí, a este enorme nicho que a veces se empequeñece y se reduce a oscuridad, tengo que salir de aquí, me pregunto si mis manos me servirán para hacer un túnel, o tal vez espere pacientemente a que se cumpla el periodo de la mi gestación y venga un partero o una comadrona a sacarme de aquí, ¿qué habrá allá afuera? Fuera de este útero, de esta enorme matriz de muerte y pestilencia donde las hermosas risas los niños son ensordecidas por cacofónicas ofensas forjadas en calles aullantes de dolor. Tengo que buscar algo que me haga sonreír y haga mas leve la espera. Ahora el cielo se torna gris y él oxigeno es como la tierra que cubre esta enorme sepultura de la que no podré salir, aunque me desgarre las manos, aunque grite hasta que el aire deje de fluir por mis pulmones y me pregunte una y otra vez que me trajo aquí.


Héctor Mora Pacheco.

lunes, 3 de mayo de 2010

Karma 2


La otra noche estaba sentado en mi equipal de cuero viejo mirando el monitor de la computadora intentando encontrar el sentido de la vida, de pronto sentí algo en mi pierna como si algo o alguien me estuviera haciendo cosquillas, mi reacción fué de espanto pues lo primero que pense fué en una araña dispuesta a inyectarme su veneno así que me levante violentamente y vi que era una cucaracha enorme, la pise y quedo moribunda, saque mi encendedor y comence a quemarla lentamente, me exitaba el sufrimiento del repugnante insecto, cuando por fin murio la saque de mi cuarto poniendola en un papel, mientras la llevaba al bote de la basura mi conciencia me recrimino mi crueldad, todo se paga en esta vida o en otra, ¿y si algun dia soy cucaracha?.


José Elias Mora Pacheco

lunes, 26 de abril de 2010

Smile


Smile.

Hoy salimos de la escuela temprano, decidimos irnos caminando y ahorrarnos así el molesto trayecto en el camión, llegamos a la avenida niños héroes con el sol escondiéndose a nuestras espaldas, dimos la vuelta en una esquina y entonces sucedió: frente a nosotros un pequeño perro blanco, o al menos ese parecía ser su color original, parecía jugar con un bote, metía su cabeza en el mientras Danykova y yo nos acercábamos, comprobamos que no estaba jugando sino que intentaba sacar algo del fondo del bote que su hocico y su lengua no lograban alcanzar, su esfuerzo llego a tal punto que su cabeza diminuta termino atorándose en el bote; entonces me acerque y se lo quite, al quitárselo me di cuenta de que lo que intentaba atrapar eran unos trozos de pollo, tome el bote en mis manos y en los ojos del perro se combinaban la desesperación y el hambre, sacudí el bote y puse los trozos de pollo en el piso, mi amiga y yo seguimos nuestro camino, luego de unos pasos volví la mirada y vi que el perro estaba comiendo… nuestras miradas se encontraron… y por un segundo… creí ver que me sonreía…

Pamela Carolina Mora Solano.

viernes, 19 de marzo de 2010

Luis

Aquella mañana; en medio de la tenebrosa reverberación de los rezos que se expandían por cementerio mire a Luis esconderse detrás de una tumba mientras el cuerpo de mi padre descendía a la tierra envuelto en un ataúd color café. El sol era inclemente, cernía sus rayos sobre nosotros haciendo más agudo el momento cruel en que tienes que ver por última vez el rostro sin vida de la persona que te ha procreado; fiel a su oficio el enterrador hacia su trabajo y Luis se alejo, no lloraba como muchos de nosotros, contemplaba con expresión dura como el sepelio tomaba su rumbo, quizás su mente estaba en algún lugar, tal vez en un papel pautado componiendo una elegía para nuestro padre, sus grandes ojos negros eran escondidos por la melena que le caía en parte del rostro y sobre los hombros como protegiéndolo; caminamos de regreso entre los sepulcros cuya habitual palidez se veía ahuyentada por la luz del sol, la calzada que se dirigía a la salida del cementerio era larga y a sus bordes crecía una hierba lúgubre, parados en la entrada del panteón nos despedíamos de algunos parientes, caminamos hacia los coches pero Luis no quiso subirse a ninguno, se alejo caminando, mi madre quiso detenerlo pero le aconsejamos que lo dejara y así fue, cuando llegamos a la casa Luis estaba encerrado en su cuarto, abrí la puerta y lo vi tirado en la cama, escuchaba un adagio mirando al techo sus ojos fueron a mi encuentro, me dijo:
- Así que eso es todo. De eso se trata todo esto, nacer, vivir, sufrir y un día alguien que no te conoce echa tierra sobre ti
No trate de disuadirlo de esos oscuros pensamientos porque hubiera necesitado antes que alguien me disuadiera a mí; en cierto modo yo también pensaba lo mismo, inevitablemente hay un espacio de tiempo que nos toca vivir y es responsabilidad de nosotros lo que hacemos con él, sea corto o largo.
Le dije a mi hermano que necesitábamos comer algo, que me acompañara a comprarlo, sin decir nada se paro de la cama y me siguió hasta el coche, íbamos en medio del trafico cuando encendió el ipod, busco en él y sin pensarlo mucho puso algo, era una sinfonía de Beethoven.
- Creí que solo oías metal.
- Crecí oyendo eso, llegas a cierta edad y luego lo oyes por tu cuenta.
- A José le gustaba esto.
- Así es, bueno…era.
La música sonaba, contrastaba con nuestro duelo, con el día, con la ciudad y su tráfico; con la anónima amabilidad de la mujer que me entrego la comida y recibió el dinero a cambio. Había en ella una sensación sobrecogedora, un cumulo de notas compuestas de tal forma que buscaban culminar en un clímax exuberante y dramático, casi doloroso. Luis escuchaba en silencio recargado en el asiento ignorando todo lo demás, al terminar la pieza dijo:
- Eso suena muy chido. Beethoven me ha gustado.
- Era tu tocayo ¿sabes? Su nombre era Ludwig, creo que eso significa Luis en alemán
- ¿neta? ¿te cae?
- Si
Lo vi sonreír y quitarse del rostro los rizos de su cabello, estábamos esperando la luz verde del semáforo.
- ¿Puedes decirme así de ahora en adelante? Ludwig
- Creo que si, dije riendo yo también.
Volvió a sonreír y su sonrisa se perdió en el caluroso día.

Héctor Mora Pacheco

miércoles, 17 de marzo de 2010

Tomasa


Estaba tranquilamente sentado en el patio de la casa y de repente sentí sus patitas rasguñando mis rodillas; estire la mano y acaricie sus orejas peludas, exhale el humo y el inocente animalito comenzó a olfatearlo con desesperación; considere necesario hablarle:

- Tomasita, esto no es mota, es tabaco y esto si te hace mucho daño.

Mire su rostro peludo que sacaba la lengua como saboreando el aire y pensé: pinche perra mariguana.


José Elias Mora Pacheco

materia


Me miro al espejo; un vapor espontaneo sale de mis oídos sumergiéndome en una atmosfera sulfurosa; abre mi cerebro dejando ver un universo de órganos flotando en mis fluidos, se derraman por mi boca; veo como salen planetas y como los tejidos se desintegran, entonces entiendo de que estoy hecho, pero no para que.



Héctor Daniel Mora Solano

lunes, 1 de marzo de 2010

Pamela

En el limbo de tu ausencia
apareces como colores en el cielo,
te esfumas...
congelandote en el viento,
solo un minuto mas
dejame verte,
y dejar de tener este miedo
a que te vayas.

Pamela Carolina Mora Solano




sábado, 27 de febrero de 2010

miércoles, 10 de febrero de 2010

Neardenthal

Lo miro venir entre los árboles, no lo comprendió pero en alguna parte de su cerebro supo que era similar a él y no le temió, fue a su encuentro sintiendo curiosidad, no vio venir el primer golpe, tampoco el segundo, quedo tirado en el suelo entre arbustos secos, entonces los demás si temieron, se dieron cuenta desde su primitivo pedestal de que aquella criatura que sus ojos veían era similar mas no igual a ellos, corrieron a salvarse pero nada hubo que los salvara, aún en las quijadas fósiles que se encuentran miles de años después se siente su miedo.

Héctor Mora Pacheco

miércoles, 3 de febrero de 2010

Daniel

Daniel y yo estamos el día de mi cumpleaños tomando un helado de yogurt en plaza patria, es medio día, sentados en las bancas que están afuera de una tienda de discos vemos pasar a la gente, traen bolsas en sus manos, la mente en algún lugar y la prisa a flor de piel, mi hijo y yo hablamos como nunca lo hemos hecho, dejamos que el tiempo corra así. Le he regalado un libro de HP Lovecraft, le digo lo mucho que me gustan las historias mórbidas, las atmosferas imposibles que describe ese atormentado autor me llevan la imaginación a lugares que no existirán jamás. Quita la servilleta sucia del radio de su vaso de helado, la hace bolita y la tira a un bote de basura que esta a poca distancia, sonríe al ver que ha atinado dentro del basurero. Tengo la sensación de que el momento que estoy viviendo es tan simple que se vuelve único, Daniel me habla de sus compañeros, de cómo percibe la relación siempre conflictiva de los hijos adolescentes con los adultos, hace un mohín de enfado al decir que le aburre escuchar siempre eso en la prepa; me dice que entre sus compañeros es común oírles decir que odian a los padres; sus ojos pensativos alejan el helado de su boca, se dirigen a un punto en el que ve las cosas sin verlas, parece estar viendo imágenes que se multiplican en su cabeza, que forman ecuaciones y estas una igualdad de pensamientos armonizados, voltea a verme, su rostro es depurado, hace una leve sonrisa y dice: yo no te odio.

Héctor Mora Pacheco

martes, 2 de febrero de 2010

¿viste eso?


El frio de me estaba calando, iba en el cuarto cigarrillo y en la página 54 de Farabeuf, no lograba entender nada, la noche amplia y llena me invito a dormir, a dejar el libro para un mejor momento de enfrentarlo, estaba sentado en la vieja mecedora de mi mama en el patio de la casa de ella, estuve unos instantes mirando hacia el cielo escuchando el rumor noctambulo, me acerque a la entrada de la casa que precede a un largo pasillo, entonces la vi: exactamente a la mitad del pasillo estaba Pamela con apenas cuatro años reclinada en cuclillas mirando un rayo de luna que entraba hacia la casa proveniente del tejado de la lavandería, el rayito tomo la forma de la rendija en el tejado por el cual entraba y la reproducía en el mosaico del piso, la niña trataba de tapar el rayito con sus pequeñas manos pero la luz desaparecía del piso para aparecer de nuevo en su mano, ponía entonces su otra mano encima y sucedía lo mismo, repetía los movimientos una y otra vez solo para ver que la luz era imposible de tapar, nada sabia ella de la relatividad ni de los fotones y como se comportan ante los objetos, ella estaba ahí rebasada por lo que sus ojos veían. Al no poder conciliar el sueño en el que creí que había entrado antes de salir a leer al patio; ella se levanto y fue a buscarme pero el rayo de la luna en el piso la invito desafiando su curiosidad, al escuchar el ruido de la puerta abrirse volteo unos instantes, comprobó que era yo el que aparecía en el umbral y regreso al rayito; me quede parado unos segundos sorprendido a mi vez por ver lo que estaba haciendo luego me acerque a ella y la cargue en mis brazos, a través de las sombras pude ver su pequeño rostro que me decía con sus ojos sorprendidos: ¿viste eso papá, viste eso?

Héctor Mora Pacheco

¿Somos el recuerdo de alguien que nos esta olvidando?

Salvador Elizondo, (1932 - 2006) que en paz descanses, grande entre los grandes.