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viernes, 8 de abril de 2011

Sin tí

SIN TI



And if you don´t know this
Then what do you know?
Every second of my life I only live for you

"life is a pigsty" Morrisssey



En la calle brillaba el sol de Abril delineando armoniosamente la geometría de todo lo que Arcelia veía desde la ventana de su oficina. El camellón arbolado de la avenida se le figuró como la espina dorsal de la primavera que recién comenzaba aquel año en que las cosas parecían descomponerse desde su más compleja composición. Saco su mano por la ventana, jugó con el aire cálido que contrastaba con el clima artificial de la oficina. Esto no logró reconfortortarla; pensó en sentarse de nuevo en su escritorio y abrir el cartapacio dónde encontraría asuntos pendientes, pero la idea se le desvaneció al contemplar a una joven pareja que cruzaba la calle abrazados y sonrientes; frescos y hermosos como la primavera incipiente que regia las cosas. La nostalgia se apoderó de ella, tuvo en cuenta que hacía mucho tiempo que no caminaba al lado de nadie por las calles presumiéndole al mundo su amor como aquellos muchachos lo hacían. Sus 38 años se le vinieron encima cuando entre la gente que desfilaba por la avenida vio a una pequeña de algunos diez años vestida y peinada de forma similar a como la habían vestido y peinado a ella cuando niña, no supo entonces si añoraba más la juventud ó la niñez o ambas. Se alejó de la ventana dirigiéndose a su escritorio, se dejó caer en el sillón de alto respaldo y examinó su oficina, había estado en ella seis años, casi los mismos que habían durado su matrimonio con Lucio, a quien había conocido poco antes de graduarse como contadora Pública llena de vida y de esperanzas que poco a poco se volverían difusas.

- q- quisiera saber en qué momento deje de tomarle gusto a la vida.

Buscó la jarra de agua que tenía cerca del escritorio, hacía tiempo que tomaba medicamentos que le resecaban la boca, dió un sorbo grande que le supo a metal. Le perturbaba la sensación de falsa tranquilidad que las pastillas provocaban, se dio cuenta de lo grande que era su miedo cuando el efecto del fármaco pasaba. Abrió el cartapacio con desgano el contacto de sus manos con los papeles le trajeron a la mente el momento en que había firmado su divorcio un día antes, casi obligada por Lucio. Su último aliento de esperanza se desvanecía mientras trazaba su firma en el macabro papel lleno de sellos y firmas que la separaba del que había sido su único amor. Deseó morirse ahí mismo; deseó con toda el alma que la pluma fuera una navaja para cortarse ahí mismo y darse el gusto de firmar con su sangre el papel del divorcio que Lucio le exigía, aventárselo en la cara y decirle cuanto se arrepentía de haberlo amado, se imagino a Lucio con el papel ensangrentado en sus manos obteniendo una victoria sangrienta; recordó el brillo triunfal en sus ojos, lo vio disminuido con el documento, sus manos que tanto la habían acariciado ahora se llevaban su tan regateada libertad, lo vio dar la vuelta para salir presuroso de la negra oficina del siniestro abogado, lo vio en el pasillo leyendo y releyendo el papel libertador, lo vio regresarse sobre sus pasos y estirarle las llaves de su automóvil mientras le decía:

- Es tuyo, no iba en el convenio, pero te lo doy, es tuyo. –dijo-

Arcelia sintió aumentar su rabia, su frustración, su impotencia y solo se oyó decir como si no fuera ella:

- Dáselo a tu chingada madre

Y remató.

- Pendejo.

Dio pasos rápidos por el pasillo y se trajo con ella la mirada estúpida de Lucio, la misma que tenía cuando le dijo: "esto no esta funcionando, no es lo que yo creía que sería", luego que “el amor se ha domesticado” y así sucesivamente, en aumento, sin una razón aparente Lucio exageraba cualquier rencilla hasta hacerla crecer y convertirla en crisis, poco a poco el cerco emocional fue cerrándose ante Arcelia; en medio de las crisis podía darse cuenta de que estaba metida en algo tan común que le parecía imposible que le estuviera sucediendo, nada extraordinario y lo comprobó de la peor manera cuando descubrió a Lucio besando a alguien en la oscuridad cómplice de la noche, ante la evidencia Lucio no tuvo más que admitirlo y tener así el pretexto veleidoso para librarse de ella y así... ya no valía la pena resarcirse en el dolor, total, todo se lo había llevado la chingada, se dolió al pensar que fue por algo absurdo, incluso ridículo.

-“El amor de mi vida” – Pendejo- dijo.

La vida, ciertamente, no se le acababa allí, por lo menos eso fué lo que penso cuando manejaba su coche luego de la firma en un impulso de esteril de positivismo, luego mientras esperaba la luz verde en el semaforo de un crucero pensó en que no tenía muchas asideras al mundo, no supo en qué momento la semilla de esa idea se incubo en su mente haciéndola luchar consigo misma atrayéndola y repeliéndola, acariciaba su funeral en su imaginación y después se asustaba con su propia imagen muerta, sus ojos se encontraron otra vez con el cartapacio, sonrió, con ironía lo abrió otra vez, no tenía ningún deseo de hacer sus pendientes en ese último día de trabajo, había renunciado, deseaba de ese modo cerrar las puertas de su vida a todo y empezar de nuevo ...quizá ¿por qué no?, su ironía se debía sobre todo al cartapacio, de seguro también ahí lo dejaría junto con todo, recordó como por esa carpeta pasaron papeles que fueron importantes en su vida, su misma acta de matrimonio, avisos, asensos, ahora su acta de divorcio, todo eso había pasado primero por su cartapacio antes que por su vida pensó que solo faltaba algo…

Lucio estaba listo para salir esa mañana impecablemente vestido cuando recibió un paquete, lo abrió y dentro estaba envuelto en papel celofán una carpeta de piel negra, sin pensarlo examinó el contenido, había un papel, una copia del certificado de defunción de Arcelia, quien había dejado instrucciones en una nota póstuma a una amiga que hiciera la entrega. Lucio no podía creerlo, la culpa cayó pesadamente sobre él, y dijo en voz alta: ¡por dios, por dios Arcelia, no era para tanto!...si lo hubiera sabido, luego de un rato, su desconcierto lo llevo a mirar unas palabras escritas al reverso de la copia:

“porque la vida no vale la pena sin ti…pendejo”

Héctor Mora Pacheco.

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